La alegría de aprender

Hoy por casualidad he encontrado un libro que me regalaron hace ya varios años. Al ojearlo han aflorado viejos recuerdos, quizás nostalgia de tiempos pasados. Fué un regalo de las alumnas de un curso de iniciación a internet.

Tuvo que ser alrededor de 2005. Por las tardes cargábamos los coches de portátiles y nos dedicábamos, unos compañeros y yo, a dar clases de alfabetización digital por todas las pedanías de Lorca.

Este programa de actuación en barrios y pedanías aún se encuentra activo. Todavía siguen apareciendo profesores de informática, como les llaman los alumnos, por los locales de las asociaciones de vecinos, de mujeres, de la tercera edad, cargados de portátiles y alargaderas para los enchufes, carpetas de ejercicios….

Pasan con ellos varias horas, dando una formación cercana y amena, acorde a sus necesidades y capacidades, y vuelven un par de veces por semana, durante mes y medio.

La relación que se establece es casi de amistad, ya que amenudo suelen realizar un par de cursos al año en cada pedanía, y como he dicho antes, la cercanía es muy grande. Tanto que las clases suelen acabar con una pequeña fiesta fin de curso, e incluso un regalo de agradecimiento al profesor, o por lo menos antes solía ser así. No se si los tiempos han cambiado tanto, o si en cinco años hemos cambiado tanto nosotros. Pero se me antoja que han pasado muchos más. La verdad es que era toda una lección de gestión del sentimiento.

El libro es lo de menos, pero al abrirlo me he encontrado con la dedicatoria de estas alumnas de la Asociación de Mujeres de La Hoya, y una mezcla de nostalgia y felicidad ha recorrido mi interior.

"Gracias por compartir con nosotras la alegría de aprender...". No creo que se pueda decir a un profesor algo más hermoso.