22 de octubre de 2012

Renaming: sobre la manía de cambiar los nombres a los servicios que presta la AAPP

El viernes pasado Carlos Guadián publicaba en su blog un post titulado Cómo definir el nombre de las páginas de Facebook de las Administraciones Públicas, explicando la que para muchos de nosotros es la mejor opción a la hora de hacerlo: Dar un nombre genérico.

Si la denominación elegida desde un principio no ha sido genérica, el cambio de nombre puede llegar a ser un asunto de difícil solución.

La práctica totalidad de administraciones públicas ofrecen una amplia gama de servicios a los ciudadanos, algunos de estos servicios los viene prestando desde siempre, otros han ido naciendo a lo largo de los años, pero la verdad es que la mayoría se han ido reinventando.

Sin embargo en ciertos momentos esa reinvención se concentra en idear un nombre, por hacerlo más atractivo o persuasivo, en unas ocasiones, y en otras, más numerosas de lo que creemos, por eliminar rastros de programas y proyectos del gobierno anterior.


Las reestructuraciones son algo habitual en la administración pública cada cuatro años, independientemente del signo político del gobierno, incluso si no ha habido cambio de gobierno.

Si se ha decidido un cambio de nombre suele ser por una razón,  se reestructura la organización, los servicios de una entidad desaparecen, o se anexan a otra existente, se reagrupan, desagregan, o simplemente cambian de denominación porque la otra "no gusta".

En este último caso el empeño en el cambio de nombre suele ser "mayúsculo", por dejar de llamarlo como anteriormente se hacía, y ponerle el nombre que se nos ha ocurrido, porque "mola" más.

En la administración pública estamos muy poco acostumbrados a trabajar desde una perspectiva de marca, el branding nunca ha sido lo nuestro, pero un apartado suyo, el llamado "naming", bueno el "renamig", nos vuelve locos (renaming: cambiar de nombre para seguir siendo lo mismo).

Y lo peor de todo no es el gasto y esfuerzos que conlleva el cambio de nombre, en comunicación (bueno para aquellas administraciones que todavía tengan presupuesto para comunicación), sino el lío que hacemos constantemente al ciudadano.

Llamamos a las cosas de mil maneras distintas, con nombres demasiado largos, con palabrejas extrañas, inventándonos programas y servicios, que luego van a prestar las mismas unidades administrativas.

Al ciudadano le da igual cómo se llame el servicio, o quién lo preste, no tenemos precisamente fanboys, lo único que le interesa es que le resolvamos un problema, que le prestemos un servicio o que le consigamos cierta información.

Pongamos el esfuerzo primero en esto, y luego ya vendrá todo lo demás.

8 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo contigo. Lo curioso es que incluso quienes somos conscientes del error nos apuntamos al carro del "re-naming" de forma inconsciente o por inercia.

    Post como este, que ponga negro sobre blanco estas situaciones son muy necesarios para removernos la conciencia.

    Un saludo Antonio.

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    1. La inercia en la Administración Pública es uno de sus grandes males, es importante darnos cuenta. Si un día hiciésemos una lista con los distintos nombres que se les a dado a los mismos servicios veríamos hasta donde somos capaces de llegar.

      Un saludo Juanjo.

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    1. Un placer, tu post fue el que me dio pie para la reflexión, ya me ha sucedido lo que comentas en tu blog con alguna que otra página de Facebook, pero lleva años sucediendo en otros ámbitos, como quería poner de manifiesto.

      Un saludo.

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  3. Me quedo especialmente con la parte final del texto, el párrafo que habla de lo que le interesa al ciudadano. Demasiadas veces lo olvidamos en la administración pública, tanto jefes como curritos.

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    1. Hay que ponerse en lugar del ciudadano, es la regla básica, pero como no tenemos competencia..., ya se sabe, tiene que pasar por el aro, y escudados en eso, a veces, pero sólo a veces, los curritos somos peores que los jefes, a que tanta culpa tiene el que decide como el que ejecuta de forma pasiva, sin aportar nada, sólo desidia.

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  4. Muy pocas veces he visto yo un cambio de nombre en la AAPP porque "mole" más. Al contrario de lo que muchos piensan suele haber bastante más sentido común. Recordemos que muchos políticos (bueno, algunos) son funcionarios y tienen su plaza quien sabe donde. Y el funcionario suele tener sentido común. ¿No?

    Los cambios de nombre suelen venir por un cambio organizativo, porque se unen dos o mas consejerías o ministerios, secretarias de estado o simplemente porque, como todo en la vida, el punto de vista de cada uno es de uno mismo. Y puede que piense que el nombre o el cambio es más operativo o encaja mejor con su idea de servicio al ciudadano.

    Y efectivamente el branding nunca ha sido lo suyo en la AP pero no por ello se pueden despreciar las ventajas en la promoción de servicios a la ciudadanía que puede conllevar. El branding no es malo, el renaming tampoco si se usa con sentido común y con el propósito de mejorar las cosas. O simplemente con el fin de atraer al ciudadano, a ver si el nuevo nombre le impacta más y se acerca a la Administración a usar los servicios que esta le proporciona.
    Eso es una asignatura suspensa, de momento, de la Administración. No sabe venderse. Y el branding (o el renaming) es marketing. Y el marketing ayuda.

    Por eso muchas veces se contratan asesores o empresas especialistas en esto... Como decía mi madre, menos comprar y más vender! :-) Salu2.

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    1. Fernando, respecto al tema del que estamos hablando la administración general del estado y las comunidades autónomas están a años luz de los ayuntamientos medianos y pequeños de este país, y en estas pequeñas administraciones lo del "mola" más sí que pasa, afortunadamente no con mucha frecuencia.

      Este tipo de post me salen del alma de vez en cuando, porque veo como se utilizan de forma poco adecuada algunos recursos de los que disponen las administraciones para acercar los servicios al ciudadano. Evidentemente no todas las administraciones son iguales y no todas actúan de la misma manera.

      Coincido contigo en que el markéting ayuda y debemos aprender a usarlo, adaptándolo a la realidad que nos rodea.

      Gracias por pasarte y comentar.

      Un saludo

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