Henry Chesbrough, en su libro Innovación abierta, sostiene que las empresas deben organizar sus procesos de innovación para estar mas abiertas a las ideas y el conocimiento externos. También sugería que dejen fluir al exterior mas ideas y conocimientos internos cuando no los utilizen dentro de ellas.
Imagen de Kay Kim, algunos derechos reservados |
En
el modelo de la innovación abierta hay dos tipos complementarios de
apertura. El primero se da desde el exterior hacia el interior, cuando
una organización hace un mayor uso de ideas y tecnologías externas a su
propio negocio. El segundo tipo de apertura, desde el interior hacia el
exterior, se da cuando una entidad o empresa permite que una parte de sus ideas y
tecnología sean utilizadas por otras organizaciones.
La
innovación abierta es un paradigma que parte de la suposición de que
las organizaciones pueden y deben utilizar ideas externas, así como vías
internas y externas de acceso al mercado, con el fin de desarrollar su
negocio. La innovación abierta combina las ideas internas y externas en
nuevos productos, nuevas arquitecturas y nuevos sistemas.
También
propicia la participación de muchos mas individuos y empresas. Esta
mayor participación puede conducir a la creación y el desarrollo de
ecosistemas capaces de crear y aportar mas valor al
negocio.
La apertura generalmente se refiere a modos de compartir con los demás e invitarles a participar.
Dejando ya de citar a Chesbrough, pensemos ahora en la Administración Pública, en esa doble vía de acceso a la innovación: la interior y la exterior. Ambas son igual de importantes, pero ambas no son tratadas con la misma atención.
A todos se nos llena la boca de alabanzas a nuestros trabajadores, pero no les damos suficientes recursos (tiempo) para intentar innovar, ni confianza como para equivocarse.
Siempre nos gusta decir que estamos dispuestos a ahorrarnos unos dineros aprovechando el software desarrollado por otros, y poco más.
Pero qué pasa cuando queremos acceder al know-how de otra administración ¿dónde acudimos? Y si queremos compartir el nuestro ¿dónde lo hacemos?
¿Dónde está el mercado para las Administraciones Públicas? ¿Cómo hacemos para que esas ideas y proyectos sean utilizados por otras administraciones?
Únicamente hemos avanzado en el camino del software libre, hay varios repositorios donde acudir en busca de esa herramienta que estamos intentando implantar. Pero el mercado de las ideas públicas está todavía verde.
Tendremos que ir pensando en ponerle remedio.
Dejando ya de citar a Chesbrough, pensemos ahora en la Administración Pública, en esa doble vía de acceso a la innovación: la interior y la exterior. Ambas son igual de importantes, pero ambas no son tratadas con la misma atención.
A todos se nos llena la boca de alabanzas a nuestros trabajadores, pero no les damos suficientes recursos (tiempo) para intentar innovar, ni confianza como para equivocarse.
Siempre nos gusta decir que estamos dispuestos a ahorrarnos unos dineros aprovechando el software desarrollado por otros, y poco más.
Pero qué pasa cuando queremos acceder al know-how de otra administración ¿dónde acudimos? Y si queremos compartir el nuestro ¿dónde lo hacemos?
¿Dónde está el mercado para las Administraciones Públicas? ¿Cómo hacemos para que esas ideas y proyectos sean utilizados por otras administraciones?
Únicamente hemos avanzado en el camino del software libre, hay varios repositorios donde acudir en busca de esa herramienta que estamos intentando implantar. Pero el mercado de las ideas públicas está todavía verde.
Tendremos que ir pensando en ponerle remedio.
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