27 de febrero de 2019

La nueva administración bipolar: Mente analógica y cuerpo digital

Extracción de la piedra de la locura. El Bosco.


Bipolar, que tiene dos polos, o partes opuestas.


La mente, aún analógica de nuestra Administración Pública, alimentada últimamente con leyes electrónicas, está comenzando a empacharse, y aunque ella no lo sabe, a desorientarse. Intenta aferrarse a su viejo pasado, quiere conservar su modo de hacer las cosas, quiere agarrarse a algo que la haga sentirse más segura, en estos tiempos de cambios y transformaciones. Y lo que está consiguiendo es sufrir pequeñas alucinaciones, engañarse a sí misma. Cree que eso que le cuentan, esas pequeñas victorias en la transformación digital, son un reflejo de que va por buen camino. Pero si las miramos detenidamente, no son más que pasos atrás.

Se ha separado de su cuerpo digital, de la posibilidad de iniciar un procedimiento realmente electrónico aprovechando todas las posibilidades que la tecnología pone a nuestro alcance. De iniciar otra manera de hacer administración, de pensar fuera de la caja, y actuar de acuerdo con los tiempos actuales, y sobre todo, pensando en el futuro.

Nuestras ventanillas y mostradores, donde hasta hace poco campaban a sus anchas los papeles, pertenecientes a vetustos procedimientos arcaicos, van transformándose, digitalizándose que llaman ahora, en malas copias digitales. Esta transformación digital no es sino una deformación, producida por una mala simbiosis entre lo analógico y lo digital.

Nuestra mente analógica se aferra al papel. Ha engañado a nuestro cuerpo digital para que se sienta seguro con el documento electrónico, con un pdf, a imagen y semejanza del papel. ¡Qué gran error! Nuestra mente analógica se aferra a la firma, todo debe estar firmado. Ha engañado a nuestro cuerpo digital para que se sienta seguro con una firma electrónica estampada en el documento electrónico, de nuevo a imagen y semejanza del papel. ¡Qué gran error!

¿Donde queda el dato electrónico, dónde el análisis, dónde el conocimiento, dónde la innovación con esos datos electrónicos? Ese documento electrónico nos está complicando la vida. No nos deja avanzar ¿De verdad necesitamos plasmarlo todo en un pdf con una firma visible, con un CSV? ¿De verdad que el único modo de tener prueba de una solicitud online es registrando en nuestros sistemas un pdf firmado electrónicamente por el ciudadano? ¿No sabemos hacerlo mejor?

Vamos hacia un sistema electrónico nefasto, antes inundados de papeles en mesas y archivos, ahora inundados de pdf´s, ocupando miles de terabytes, que en el mejor de los casos producen la misma sensación de burocracia del siglo pasado, y en el peor acaban de nuevo impresos inundando mesas.

Más que una transformación digital estamos asistiendo a una distorsión digital, donde las manías por llevar lo analógico a lo electrónico están desorientando a nuestro cuerpo. La administración es un enfermo digital, que con el tiempo irá empeorando, pues su mente cada vez está más lejos de su físico. Ahora perdido mezcla nuevos conceptos, que intenta interiorizarlos a bajo nivel, sin altura de miras, con criterios viejunos que nos lastraran indefinidamente.

¡Hay que matar al documento electrónico, larga vida al dato electrónico! Grita el cuerpo, ya sintiendo la evolución en sus venas. Pero la mente va a otro ritmo, incluso a veces parece que no juega al mismo juego.

Estamos lejos de encontrar el equilibrio, dice la mente... Y lo peor es que no es consciente, no somos conscientes, de que ese equilibrio ahora no es necesario. Ese equilibrio que buscamos nos está lastrando. No es hora de equilibrios, es hora de CAMBIOS, con mayúsculas.

25 de septiembre de 2018

La frase de la semana

Hay muchas frases que definen perfectamente situaciones de un manera muy concisa, a veces con humor y casi siempre de un modo muy inteligente.

Algunas de ellas, sobre todo las que tengan que ver con la administración pública, las compartiré por aquí.

Empezamos esta semana con una que tiene que ver con un tema candente en la contratación pública.

Espero tan solo sacaros un breve sonrisa.






21 de septiembre de 2018

Las tribulaciones de un funcionario en la administración pública

Un viejo post de Seth Godin decía:

La gente no cree lo que les cuentas.
Raramente creen lo que les enseñas.
Suelen creer en lo que sus amigos les dicen.
Siempre creen lo que se dicen a sí mismas.

Bastante acertado creo, así que ya me dirás cómo te explico yo que la administración pública está mejorando, que eso del vuelva usted mañana se está terminando y que ya solo quedan unos pocos reductos donde el empleado público no tiene una verdadera vocación de servicio.

Visto lo visto, y teniendo en cuenta la fama ganada hasta ahora, es posible que por mucho que insista no me creas.

No quiero decir con ello que ahora la administración pública sea maravillosa, pero tampoco es ese diablo emplumado dedicado a fastidiar al prójimo, como ha quedado en el acervo común.

Para muestra un botón: En muchas de ellas, sobre todo en las de mayor tamaño, Estado, Comunidades Autónomas y grandes ciudades, esos trámites fastidiosos los puedes hacer desde casa o la oficina, y así por lo menos ganas tiempo y te ahorras vernos la cara. Que no es que yo no tenga ganas de verte, pero seguro que tienes algo mejor que hacer.

Y que no te engañen si te dicen que la administración electrónica no entrará en vigor hasta octubre de 2020, que volvemos a retrasar lo que no podemos cumplir, como siempre.

Te digo que la administración electrónica está ya en vigor, que tu empresa está obligada a relacionarse por medios electrónicos con todas las administraciones, por ello todas las administraciones tienen que poner los medios para relacionarse electrónicamente contigo. Si eres persona física tienes esa posibilidad pero no esa obligación. Que no te cuenten milongas, que lo que se retrasa es otra cosa, pero no la obligación de que todos los empleados y cargos públicos usen la firma electrónica. Que los expedientes deben ser electrónicos, los informes electrónicos...

Y para terminar, parafraseando a otro grande como Peter Drucker, aunque la mayor parte de eso que llamamos gestión pública no es otra cosa que hacer más complicado que la gente haga su trabajo, decirte que hay muchos empleados que estamos ahí para facilitarte las cosas, aunque decretos y leyes intenten ponérnoslo, a veces, más difícil.

Bueno, no quiero aburrirte, pero te adelanto que hay muchas más cosas que están cambiando en la Administración Pública, unas a mejor y otras a peor. Pero esas tribulaciones las dejaremos para otro día.

18 de septiembre de 2018

Cuando toca desaprender

Aunque llevo tiempo sin publicar sigo escribiendo bastante a menudo, únicamente tengo más reparos en compartir mis ideas, unas veces por manidas, por no querer recorrer espacios ya demasiado transitados o incluso trasnochados, y otras por no parecer excesivamente ingenuo (con la edad creo que nos volvemos cada vez menos crédulos, más escépticos, casi maliciosos).

Una de esas ideas que se me ha pasado por la mente en varias ocasiones es la del desaprendizaje y todo lo que podría relacionarlo con la gestión de los cambios que se nos vienen encima (que se nos han venido ya).

Según José Miguel Bolivar desaprender consiste en deshacernos de forma inmediata de todo aquello que va quedando obsoleto o se vuelve innecesario. Una vez desaprendido lo innecesario, reaprender es sencillo, porque se parece al aprendizaje incremental que ya conocemos y practicamos. La principal diferencia en este sentido es que el reaprendizaje es más rápido y frecuente, ya que ahora hay que aprender durante toda la vida.

Si ya habíamos oído hablar de las organizaciones que aprenden tenemos que hablar de organizaciones que desaprenden, bueno realmente las organizaciones no aprenden o desaprenden, son las personas las que lo hacen.

Entre los artículos más interesantes que he encontrando googleando un rato este es uno de mis favoritos:

La perspectiva que argumenta que  las  organizaciones  deben  desaprender sus viejas prácticas con  el fin  de  permitir  aprender  nuevas  formas  de  hacer  las  cosas,  implica  entonces,  no  sólo  la creación  de  nuevas  capacidades  y  conocimientos,  sino  también  la  eliminación  de  los  ya existentes  (Martin  de  Holan  &  Phillips,  2004).  Desaprender  desde  esta  perspectiva  es positivo; cuando un conocimiento es viejo y no se ha renovado o actualizado oportunamente, este podría impedirle a la firma la posibilidad de adaptarse a las nuevas exigencias del entorno en  que  compite;  desaprender,  entonces,  es  la  solución. 

...las  viejas lógicas dominantes  o mega-rutinas, son uno  de  los  factores  más  importantes  que  impiden  a  las  firmas  descartar  el  conocimiento antiguo...

EL DES-APRENDIZAJE EN UN SISTEMA DE INNOVACIÓN: UNA PERSPECTIVA DESDE LA INTERACCIÓN ENTRE AGENTES. [accessed Sep 17 2018].

Y en cuanto a su aplicación práctica parece que los americanos llaman a esto KAF (Knowledge Active Forgetting). Entre las fases más interesantes que este proceso describe:
  • Declarar explícitamente qué conocimiento es obsoleto.
  • Dejar de usarlo.
  • Detener el desarrollo de conocimiento basado en él.
  • Limpieza del conocimiento antiguo.

Se me vienen a la mente un montón de interrogantes sobre la aplicación de este concepto en la lenta y mal planteada transformación digital de nuestras queridas administraciones.

Así que podríamos empezar con ese primer momento: Reconocimiento de la realidad y definición del aspecto a desaprender.

Alguien debería atreverse a dejar por escrito cuál es actualmente ese conocimiento obsoleto que entorpece el avance de la administración pública.