19 de junio de 2017

Administración de misión

Muchas veces hemos hablado de derribar los silos que producen las estructuras verticales en la Administración Pública imposibilitando la óptima colaboración entre departamentos. La inexistencia de órganos coordinadores no es el mayor problema, sino la efectiva incapacidad de acometer proyectos de un modo transversal.

Algo tan sencillo como los equipos de trabajo o la gestión por proyectos pueden convertirse en una verdadera odisea. No terminan de encajar en la cultura organizativa de la administración pública.

Edgar Pisani publicó en 1956 el artículo “Administración de gestión, administración de misión” dónde nos hablaba de un tipo de administración, una administración caracterizada por la especialización de sus objetivos, la elasticidad de su gestión y destinada a anexarse temporalmente a las administraciones tradicionales para atenuar las insuficiencias de estas últimas [Tratado de Ciencia Política. Georges Burdeau. N.T. 1980.] En Francia cuentan con experiencias en este sentido.

Ante un problema nuevo es más útil crear una estructura específica que reformar las existentes… Las misiones reunen a un número pequeño de colaboradores de alto nivel y el trabajo en equipo y la consecución de los objetivos tienen prioridad sobre la subordinación jerárquica y el respeto burocrático de la norma [Sistemas Políticos Contemporáneos. Pilar Chávarri Sidera e Irene Delgados Sotillos (Coordinadoras). 2013]

Sería interesante redefinir esa administración de misión, modernizarla para adaptarla a los tiempos actuales e intentar ponerla en práctica.

En la administración local no tenemos ningún recurso para asegurar esa transversalidad en los nuevos proyectos, ni siquiera en las actuaciones más habituales. Conseguir una mínima coordinación es una tarea complicada. Hemos de recordar que quien se coordina son las personas y éstas suelen tener su trabajo claramente definido, y el resto de labores estan más difusas, me refiero a aquellas como la mejora continua del servicio, la calidad, la innovación, la implantación de nuevos proyectos, etc… Por el contrario tampoco es frecuente que existan unidades o servicios estables que se encarguen de esa labor, y cuando existen las herramientas con las que cuentan para hacerlo suelen ser muy escasas.

Por ello si fuésemos capaces de crear esas estructuras temporales, más liquidas y con un peso mayor que la buena voluntad de los trabajadores que colaboran en ellas, conseguiríamos solventar muchos de los problemas anteriormente citados.


Publicado originalmente en Inap Social, Comunidad de Innovación.

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