Este es el tercer post y último de la "trilogía" dedicada al software libre, y en él quiero explicar cual es, de momento, la estrategia que desde la administración donde trabajo, el Ayuntamiento de Lorca, estamos llevando a cabo, sobre todo en el ámbito del usuario final: los ciudadanos y los propios trabajadores públicos.
La penetración a nivel del puesto de trabajo de este software es casi testimonial, algunos Firefox y escasos Openoffice, no así a nivel de servidores y bases de datos.
No hay inteción, por ahora, de adoptar medidas masivas mas profundas, sobre el uso generalizado, pero sí interés en darlo a conocer entre el personal y, por supuesto, los ciudadanos.
Queremos fomentar la formación en estas herramientas, contribuyendo de este modo a incrementar el conocimiento sobre ellas. Siendo este la palanca sobre la que en un futuro nos podrá permitir alcazar metas más exigentes.
Para ello hemos usado los Cuadernos de Formación Tecnológica de CENATIC, el Centro Nacional de Referencia de Aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) basadas en fuentes abiertas.
Los Cuadernos de Formación Tecnológica tienen como objetivo acercar las tecnologías libres a la ciudadanía, dando a conocer las ventajosas características y atributos que estas aplicaciones poseen.
Hemos adaptado los Cuadernillos a nuestra plataforma de formación on-line, Moodle, y los hemos puesto a disposición de todas aquellas entidades, organizaciones y administraciones públicas que quieran implementarlo en sus plataformas, como no podía ser de otro modo, bajo la misma licencia que tienen los cuadernillos originales, Creative Commons.
Como medida complementaria de régimen interno, pero no menos importante, los cursos serán válidos como horas de formación necesarias para alcanzar los sesenios. Creo que estas pequeñas ayudas a la motivación son tan necesarias como la propia acción en sí.
Esperaremos unos meses para evaluar los resultados, pero acabamos de empezar y ya tenemos un grupo de 20 personas, y un par de entidades implementando estos cursos.
Si algún ayuntamiento, administración u otra institución desea disponer de los paquetes Scorm para poder cargarlos en su plataforma puede hacerlo en esta dirección: http://formacion.lorca.es/cursosonline.
Como decia la nota de prensa de Cenatic, "El Software Libre cada vez más presente en los Ayuntamientos españoles", apostar por él es hacerlo por el conocimiento y la innovación abierta mejorando la eficiencia de la administración.
23 de septiembre de 2010
22 de septiembre de 2010
Software libre y el usuario individual
En el post anterior me comprometía, casi conmigo mismo, a reflexionar un poco más sobre las causas, a mi entender, del escaso uso del software libre en el ámbito "doméstico".
Las principales dificultades para una mayor adopción por parte de los usuarios de sistemas operativos y demás software basado en código de fuentes abiertas podría encontrarse en la percepción que de estos productos tiene el consumidor final.
Hay que preguntarse si el producto, mediante sus atributos y las funciones que desempeña, es útil y alcanza un nivel adecuado de calidad, pero teniendo en cuenta que es la percepción, que de este producto tenga el consumidor, la que le inclina a utilizarlo o no.
En economía, bienes complementarios son aquellos bienes que tienen que ser usados de manera conjunta, es decir, cuando una disminución en el precio de uno incrementa la demanda del otro.
Son bienes complementarios "en uso" aquellos que para utilizar uno debemos disponer del otro obligatoriamente.
Un bien complementario de una aplicación de retoque fotográfico, por ejemplo, es el sistema operativo, o el hardware sobre el que la ejecuto.
Pues bien, la aplicación que vengo utilizando toda la vida, al ser software propietario, no puedo usarla sobre un sistema operativo que sea software libre, luego éste deja de ser complementario para mis aplicaciones propietarias.
El software libre puede ser complementario del software propietario, pero no a la inversa y esto es un verdadero handicap. Que pueda usar aplicaciones de software libre sobre sistemas operativos propietarios es una ventaja para el software libre, pero es una desventaja que sobre un sistema operativo basado en fuentes abiertas no pueda ejecutar la aplicación propietaria.
Entonces el coste de pasarme a aplicaciones libres es muy alto, tengo que aprender a manejar un nuevo sistema opertativo y "todas" las aplicaciones propietarias que hasta ahora vengo usando.
Por otra parte dos bienes son sustitutivos si uno de ellos puede ser usado o consumido en lugar de otro, técnicamente si una caída en el precio de uno provoca la disminución de la demanda de otro.
Son bienes sustitutivos "en uso" aquellos que puedo utilizar indistintamente o con un bajo coste de oportunidad, medido no sólo en dinero, sino en tiempo o conocimientos necesarios.
Tradicionalmente se ha hablado de las ventajas en costes de un software sobre otro. Podríamos porner como ejemplo el caso de Linux y Windows. El precio de Linux haría que se demandase más que Windows, pero vemos que en este caso el precio no es lo importante. Luego esa ventaja no parece, al menos de momento, tan real, o por lo menos percibida.
Hay también otros factores que inciden en la demanda, distintos del precio, y en los que el software libre sale perdiendo:
Distribución: La distribución, como instrumento que la empresa tiene para influir más o menos en el mercado, es muy deficiente.
En distribución tradicional el software propietario gana por goleada al software libre. La tienda de al lado, a la que compré mi ordenador no tiene interés ni incentivos en venderme un PC con un Sistema Operativo Libre.
Entonces tengo que acudir a internet, y el modo de actuar es "descárgatelo, instálalo y úsalo". Pues como que no. No sé, y como no sé, aunque sea muy fácil no me atrevo y no lo haré, luego no lo uso. Por mucho Live-CD que saquen. ¿No pretenderán que volvamos a dar cursos sobre el montaje e instalación de un sistema operativo, como a principios de los 90?
Asistencia técnica. Otro factor importante. Por lo general la asistencia técnica mayoritaria del usuario doméstico es el cuñado pringado. Y los cuñados pringados con suficientes conocimientos en software libre, la verdad es que no abundan. Ni los profesionales dedicados al mercado doméstico tampoco.
Otro instrumento es la promoción, la publicidad. Las principales distribuciones españolas salen de las AAPP, y la promoción es muy mala, no es de "mercado", y fuera de su ámbito es escasa. Si añadimos que el sistema operativo internacional más famoso (un tal Ubuntu dicen) lo conocemos de oídas, mal vamos. Y con esto no quiero decir que estas iniciativas no merezcan todo nuestro respeto e incluso admiración, pero es que su objetivo no ese, no tienen objetivos empresariales, lo cual es normal.
Entoces si, en el sector doméstico, sumamos el desconocimiento del usuario, la poca sencillez (aunque sea percibida y no real) y la mala o nula estrategia comercial en este segmento, nos dá como resultado la falta de uso, y así es muy complicado que le haga sombra al software propietario.
Me reafirmo entonces en lo dicho en mi último post: Hay que luchar con sus propias armas, al menos mientras estemos inmersos en esta vieja economía de "mercado". Tiempo habrá de cambiar de estrategia.
Las principales dificultades para una mayor adopción por parte de los usuarios de sistemas operativos y demás software basado en código de fuentes abiertas podría encontrarse en la percepción que de estos productos tiene el consumidor final.
Hay que preguntarse si el producto, mediante sus atributos y las funciones que desempeña, es útil y alcanza un nivel adecuado de calidad, pero teniendo en cuenta que es la percepción, que de este producto tenga el consumidor, la que le inclina a utilizarlo o no.
En economía, bienes complementarios son aquellos bienes que tienen que ser usados de manera conjunta, es decir, cuando una disminución en el precio de uno incrementa la demanda del otro.
Son bienes complementarios "en uso" aquellos que para utilizar uno debemos disponer del otro obligatoriamente.
Un bien complementario de una aplicación de retoque fotográfico, por ejemplo, es el sistema operativo, o el hardware sobre el que la ejecuto.
Pues bien, la aplicación que vengo utilizando toda la vida, al ser software propietario, no puedo usarla sobre un sistema operativo que sea software libre, luego éste deja de ser complementario para mis aplicaciones propietarias.
El software libre puede ser complementario del software propietario, pero no a la inversa y esto es un verdadero handicap. Que pueda usar aplicaciones de software libre sobre sistemas operativos propietarios es una ventaja para el software libre, pero es una desventaja que sobre un sistema operativo basado en fuentes abiertas no pueda ejecutar la aplicación propietaria.
Entonces el coste de pasarme a aplicaciones libres es muy alto, tengo que aprender a manejar un nuevo sistema opertativo y "todas" las aplicaciones propietarias que hasta ahora vengo usando.
Por otra parte dos bienes son sustitutivos si uno de ellos puede ser usado o consumido en lugar de otro, técnicamente si una caída en el precio de uno provoca la disminución de la demanda de otro.
Son bienes sustitutivos "en uso" aquellos que puedo utilizar indistintamente o con un bajo coste de oportunidad, medido no sólo en dinero, sino en tiempo o conocimientos necesarios.
Tradicionalmente se ha hablado de las ventajas en costes de un software sobre otro. Podríamos porner como ejemplo el caso de Linux y Windows. El precio de Linux haría que se demandase más que Windows, pero vemos que en este caso el precio no es lo importante. Luego esa ventaja no parece, al menos de momento, tan real, o por lo menos percibida.
Hay también otros factores que inciden en la demanda, distintos del precio, y en los que el software libre sale perdiendo:
Distribución: La distribución, como instrumento que la empresa tiene para influir más o menos en el mercado, es muy deficiente.
En distribución tradicional el software propietario gana por goleada al software libre. La tienda de al lado, a la que compré mi ordenador no tiene interés ni incentivos en venderme un PC con un Sistema Operativo Libre.
Entonces tengo que acudir a internet, y el modo de actuar es "descárgatelo, instálalo y úsalo". Pues como que no. No sé, y como no sé, aunque sea muy fácil no me atrevo y no lo haré, luego no lo uso. Por mucho Live-CD que saquen. ¿No pretenderán que volvamos a dar cursos sobre el montaje e instalación de un sistema operativo, como a principios de los 90?
Asistencia técnica. Otro factor importante. Por lo general la asistencia técnica mayoritaria del usuario doméstico es el cuñado pringado. Y los cuñados pringados con suficientes conocimientos en software libre, la verdad es que no abundan. Ni los profesionales dedicados al mercado doméstico tampoco.
Otro instrumento es la promoción, la publicidad. Las principales distribuciones españolas salen de las AAPP, y la promoción es muy mala, no es de "mercado", y fuera de su ámbito es escasa. Si añadimos que el sistema operativo internacional más famoso (un tal Ubuntu dicen) lo conocemos de oídas, mal vamos. Y con esto no quiero decir que estas iniciativas no merezcan todo nuestro respeto e incluso admiración, pero es que su objetivo no ese, no tienen objetivos empresariales, lo cual es normal.
Entoces si, en el sector doméstico, sumamos el desconocimiento del usuario, la poca sencillez (aunque sea percibida y no real) y la mala o nula estrategia comercial en este segmento, nos dá como resultado la falta de uso, y así es muy complicado que le haga sombra al software propietario.
Me reafirmo entonces en lo dicho en mi último post: Hay que luchar con sus propias armas, al menos mientras estemos inmersos en esta vieja economía de "mercado". Tiempo habrá de cambiar de estrategia.
18 de septiembre de 2010
Nueva economía y software libre
El 18 de septiembre se celebra el día internacional del Software Libre, día en el que volvemos a plantearnos multitud de interrogantes, a la vez que nos felicitamos por los avances conseguidos.
Como siempre los más apasionados predicen el despegue inminente, "este será nuestro año", mientras los más reticentes siguen viendo multitud de obstáculos para que sea adoptado mayoritariamente.
La verdad es que el movimiento, la cultura y filosofía que ha surgido alrededor del Software Libre va mucho más allá del mero software. Es casi toda una ideología.
Para algunos de sus evangelizadores este será la palanca para un cambio de modelo económico, afectando al modo de entender sectores tan importantes como la educación y las propias relaciones sociales, modificando sustancialmente nuestra forma de difundir el conocimiento.
Estamos a caballo entre dos modos de entender el negocio. Los modos del software propietario que son sobre los que se basa la economía desde el siglo XIX, y los modos del software libre, que son sobre los que pensamos debe basarse la próxima evolución, o revolución, económica.
Pero mientras tanto estamos entre dos aguas, en territorio de nadie. En ciertos ámbitos el software libre está muy extendido: teléfonos móviles, servidores de todo tipo, electrodomésticos... pero es en el ámbito del usuario doméstico donde no acaba de cuajar, al igual que en el sector empresarial, en el puesto de trabajo.
Y es que los modelos adoptados, para la introducción del software libre en el mercado, distan tanto del que estamos acostumbrados que a lo mejor se debería establecer algún tipo de mezcolanza entre ambos para propiciar su despegue. ¿Por que no aprovechar lo bueno, o por lo menos funciona, siempre que no traicionemos nuestra filosofía?
Algunos, en nuestra defensa a ultranza de ciertos valores, olvidamos que mientras no sean adoptados mayoritariamente seguiremos siendo tratados como frikis, y para contrarestarlo no hay nada como empezar a luchar con sus propias armas. Tomando más en cuenta factores como el producto (pensar más en la percepción del usuario y en sus bienes complementarios y sustitutivos, ponernos en su lugar en definitiva) la distribución, promoción, y sobre todo, luchando contra la versión simplista del precio como principal arma.
Esa nueva economía llegará sin duda, pero no será este año, y posiblemente tampoco en los próximos cinco, ni diez, quizás en quince comencemos a ver algún síntoma, pero mientras tanto estamos atados al mercado como lo conocemos actualmente y es dentro de él donde nos moveremos.
En los próximos días profundizaré en los aspectos que me parecen más interesantes, pero hoy quiero simplemente dejar un apunte: La teoría del software libre empieza a ser conocida, son los hechos los que fallan. Toca arremangarse y seguir trabajando.
Como siempre los más apasionados predicen el despegue inminente, "este será nuestro año", mientras los más reticentes siguen viendo multitud de obstáculos para que sea adoptado mayoritariamente.
La verdad es que el movimiento, la cultura y filosofía que ha surgido alrededor del Software Libre va mucho más allá del mero software. Es casi toda una ideología.
Para algunos de sus evangelizadores este será la palanca para un cambio de modelo económico, afectando al modo de entender sectores tan importantes como la educación y las propias relaciones sociales, modificando sustancialmente nuestra forma de difundir el conocimiento.
Estamos a caballo entre dos modos de entender el negocio. Los modos del software propietario que son sobre los que se basa la economía desde el siglo XIX, y los modos del software libre, que son sobre los que pensamos debe basarse la próxima evolución, o revolución, económica.
Pero mientras tanto estamos entre dos aguas, en territorio de nadie. En ciertos ámbitos el software libre está muy extendido: teléfonos móviles, servidores de todo tipo, electrodomésticos... pero es en el ámbito del usuario doméstico donde no acaba de cuajar, al igual que en el sector empresarial, en el puesto de trabajo.
Y es que los modelos adoptados, para la introducción del software libre en el mercado, distan tanto del que estamos acostumbrados que a lo mejor se debería establecer algún tipo de mezcolanza entre ambos para propiciar su despegue. ¿Por que no aprovechar lo bueno, o por lo menos funciona, siempre que no traicionemos nuestra filosofía?
Algunos, en nuestra defensa a ultranza de ciertos valores, olvidamos que mientras no sean adoptados mayoritariamente seguiremos siendo tratados como frikis, y para contrarestarlo no hay nada como empezar a luchar con sus propias armas. Tomando más en cuenta factores como el producto (pensar más en la percepción del usuario y en sus bienes complementarios y sustitutivos, ponernos en su lugar en definitiva) la distribución, promoción, y sobre todo, luchando contra la versión simplista del precio como principal arma.
Esa nueva economía llegará sin duda, pero no será este año, y posiblemente tampoco en los próximos cinco, ni diez, quizás en quince comencemos a ver algún síntoma, pero mientras tanto estamos atados al mercado como lo conocemos actualmente y es dentro de él donde nos moveremos.
En los próximos días profundizaré en los aspectos que me parecen más interesantes, pero hoy quiero simplemente dejar un apunte: La teoría del software libre empieza a ser conocida, son los hechos los que fallan. Toca arremangarse y seguir trabajando.
9 de septiembre de 2010
La interoperabilidad también es cosa de personas
Según el glosario de términos del RD 4/2010 por el que se regula el Esquema Nacional de Interoperabilidad en el ámbito de la Administración Electrónica, se entiende por Interoperabilidad la “capacidad de los sistemas de información, y por ende de los procedimientos a los que éstos dan soporte, de compartir datos y posibilitar el intercambio de información y conocimiento entre ellos”.
El RD en su introducción indica que la finalidad del Esquema Nacional de Interoperabilidad “es la creación de las condiciones necesarias para garantizar el adecuado nivel de interoperabilidad técnica, semántica y organizativa de los sistemas y aplicaciones empleados por las Administraciones públicas, que permita el ejercicio de derechos y el cumplimiento de deberes a través del acceso electrónico a los servicios públicos, a la vez que redunda en beneficio de la eficacia y la eficiencia.”
El artículo 6 hace referencia al carácter multidimensional de la interoperabilidad. “La interoperabilidad se tendrá presente de forma integral desde la concepción de los servicios y sistemas y a lo largo de su ciclo de vida: planificación, diseño, adquisición, construcción, despliegue, explotación, publicación, conservación y acceso o interconexión con los mismos.”
Para el que no lo tenga claro en el glosario de términos define interoperabilidad organizativa como “aquella dimensión de la interoperabilidad relativa a la capacidad de las entidades y de los procesos a través de los cuales llevan a cabo sus actividades para colaborar con el objeto de alcanzar logros mutuamente acordados relativos a los servicios que prestan.”
Y eso es precisamente lo complicado. Creo que no le prestamos suficiente atención a la interoperabilidad técnica, y ninguna a la organizativa.
La segunda y tercera conclusión de la Declaración de Interoperabilidad de Valencia dicen:
…“El desafío consiste en reducir la brecha entre las intenciones que parecen mostrar los gobernantes y las acciones concretas.”
…"Más allá de las metas tecnológicas que están detrás, el trabajo coordinado entre organismos implica afectar estructuras, procesos y presupuestos. Por lo tanto, no debe perderse de vista que un trabajo eminentemente político, en el sentido que para la pluralidad de actores que intervienen significa tensiones, negociación, incertidumbres, costos o beneficios."
Bueno, toda esta introducción me sirve de escusa para reivindicar de nuevo la colaboración entre trabajadores públicos. Si las Administraciones seguimos siendo islas, o Reinos de Taifas, no hay interoperabilidad que valga. Por mucho que seamos capaces de hacer que las máquinas se comuniquen, si no conseguimos una mejor comunicación entre las distintas organizaciones, trabajadores públicos, tanto funcionarios como políticos, no creo que esto funcione todo lo bien que debiera.
Es evidente que la meta que nos marquemos definirá que tipo de interacción se ha de establecer entre los participantes de un proyecto de interoperabilidad, pero ciertamente su ámbito debe ser colaborativo, y por ello de objetivos comunes y sobre todo compartidos.
Si en estos proyectos sigue primando la tecnología conseguiremos un mar de pequeñas islas interoperables, pero imposible de navegar para un ciudadano, que se perderá entre cartas de navegación.
Para evitarlo es necesaria esa interoperabilidad multidimensional y organizativa de la que hablábamos al principio. Desde la concepción de los servicios, desde su planificación y diseño. Y eso de momento lo hacen las personas.
En los proyectos centrados en la tecnología es habitual que no todos participantes asuman los objetivos como propios. Es normal en estos casos que la administración de orden superior, territorialmente hablando, lleve la voz cantante, y raramente las aspiraciones de ambas administraciones coinciden, ya que es difícil que los proyectos de interoperabilidad únicamente tecnológica sean recíprocos al 100%. Siempre hay un propietario del trámite y de la aplicación que soportará el servicio, y un colaborador, un propietario del proyecto, que suele ser el que pone más, o toda, la pasta, y un socio. Es duro, pero es así de crudo.
Por ello es muy importante establecer esa colaboración entre personas, esa coordinación para compartir conocimiento, información y tecnología. Pero de una manera clara y pública, no basada en la decisión personal de un responsable.
Hay que perder el miedo y las reticencias. Y como todo cambio, la interoperabilidad necesita gestión, gestión del cambio, gestión de personas.
El RD en su introducción indica que la finalidad del Esquema Nacional de Interoperabilidad “es la creación de las condiciones necesarias para garantizar el adecuado nivel de interoperabilidad técnica, semántica y organizativa de los sistemas y aplicaciones empleados por las Administraciones públicas, que permita el ejercicio de derechos y el cumplimiento de deberes a través del acceso electrónico a los servicios públicos, a la vez que redunda en beneficio de la eficacia y la eficiencia.”
El artículo 6 hace referencia al carácter multidimensional de la interoperabilidad. “La interoperabilidad se tendrá presente de forma integral desde la concepción de los servicios y sistemas y a lo largo de su ciclo de vida: planificación, diseño, adquisición, construcción, despliegue, explotación, publicación, conservación y acceso o interconexión con los mismos.”
Para el que no lo tenga claro en el glosario de términos define interoperabilidad organizativa como “aquella dimensión de la interoperabilidad relativa a la capacidad de las entidades y de los procesos a través de los cuales llevan a cabo sus actividades para colaborar con el objeto de alcanzar logros mutuamente acordados relativos a los servicios que prestan.”
Y eso es precisamente lo complicado. Creo que no le prestamos suficiente atención a la interoperabilidad técnica, y ninguna a la organizativa.
La segunda y tercera conclusión de la Declaración de Interoperabilidad de Valencia dicen:
- "La interoperabilidad es un elemento multidimensional, que integra los aspectos técnico, semántico, organizativo, jurídico y cultural, exigiendo la existencia de equipos humanos especializados y mulitidisciplinares dentro de las administraciones y el fomento de grupos de trabajo interadministrativos y de órganos de composición mixta publico-privado de interoperabilidad.
- El elemento clave para que la interoperabilidad sea real es el factor humano. Es fundamental la formación y especialización de las organizaciones y de los responsables y empleados públicos, orientando su gestión y acción burocrática y pública hacia la coordinación, la interoperabilidad y hacia la compartición de tecnología, información y conocimiento.”
…“El desafío consiste en reducir la brecha entre las intenciones que parecen mostrar los gobernantes y las acciones concretas.”
…"Más allá de las metas tecnológicas que están detrás, el trabajo coordinado entre organismos implica afectar estructuras, procesos y presupuestos. Por lo tanto, no debe perderse de vista que un trabajo eminentemente político, en el sentido que para la pluralidad de actores que intervienen significa tensiones, negociación, incertidumbres, costos o beneficios."
Bueno, toda esta introducción me sirve de escusa para reivindicar de nuevo la colaboración entre trabajadores públicos. Si las Administraciones seguimos siendo islas, o Reinos de Taifas, no hay interoperabilidad que valga. Por mucho que seamos capaces de hacer que las máquinas se comuniquen, si no conseguimos una mejor comunicación entre las distintas organizaciones, trabajadores públicos, tanto funcionarios como políticos, no creo que esto funcione todo lo bien que debiera.
Es evidente que la meta que nos marquemos definirá que tipo de interacción se ha de establecer entre los participantes de un proyecto de interoperabilidad, pero ciertamente su ámbito debe ser colaborativo, y por ello de objetivos comunes y sobre todo compartidos.
Si en estos proyectos sigue primando la tecnología conseguiremos un mar de pequeñas islas interoperables, pero imposible de navegar para un ciudadano, que se perderá entre cartas de navegación.
Para evitarlo es necesaria esa interoperabilidad multidimensional y organizativa de la que hablábamos al principio. Desde la concepción de los servicios, desde su planificación y diseño. Y eso de momento lo hacen las personas.
En los proyectos centrados en la tecnología es habitual que no todos participantes asuman los objetivos como propios. Es normal en estos casos que la administración de orden superior, territorialmente hablando, lleve la voz cantante, y raramente las aspiraciones de ambas administraciones coinciden, ya que es difícil que los proyectos de interoperabilidad únicamente tecnológica sean recíprocos al 100%. Siempre hay un propietario del trámite y de la aplicación que soportará el servicio, y un colaborador, un propietario del proyecto, que suele ser el que pone más, o toda, la pasta, y un socio. Es duro, pero es así de crudo.
Por ello es muy importante establecer esa colaboración entre personas, esa coordinación para compartir conocimiento, información y tecnología. Pero de una manera clara y pública, no basada en la decisión personal de un responsable.
Hay que perder el miedo y las reticencias. Y como todo cambio, la interoperabilidad necesita gestión, gestión del cambio, gestión de personas.
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